Qué es la alimentación emocional

La importancia de la alimentación emocional: el vínculo entre emoción y alimentación

A finales del siglo XVIII, un filósofo alemán dijo la tan escuchada frase “somos lo que comemos”. A día de hoy, y con todo lo que se sabe de nutrición, la realidad es que somos lo que pensamos, lo que hacemos, lo que vivimos, lo que deseamos, lo que nos gusta, lo que nos emociona…somos lo que sentimos. Cómo sentimos, así comemos.

Existe una relación directa y bidireccional entre la psicología y la nutrición: cómo nos sentimos afecta a la forma de comer y cómo comemos afecta a lo que sentimos. Por eso es fundamental en las consultas de nutrición, atender a las emociones y saber cómo afectan a la hora de comer. Así surge una nueva especialidad en nutrición llamada psiconutrición, que es el trabajo conjunto de la Nutrición y la Psicología. Un nuevo enfoque para trabajar en consultas, uniendo ambas disciplinas y consiguiendo resultados extraordinarios.

Qué es la alimentación emocional

¿Cómo se complementan la nutrición y la psicología?

Ambas ciencias, se unen en una terapia conjunta: la psiconutrición, un nuevo enfoque para trabajar la nutrición que tiene en cuenta la estrecha relación entre emociones y alimentación.

Hoy en día, existen muchos casos donde la consulta de nutrición se complementa con terapia emocional. Cuando las emociones dificultan el aprendizaje y son un obstáculo para mejorar la alimentación, la psiconutrición ayuda a mejorar la relación con la comida y a gestionar el hambre emocional, para que, a partir de ahí y con la ayuda y la unión de 2 profesionales (psicólogos y dietistas nutricionistas), se pueda trabajar la alimentación saludables desde la salud nutricional y mental.

¿Qué es la alimentación emocional?

La alimentación es emoción en sí, y despierta en las personas emociones, recuerdos, pensamientos, sensaciones…pero en general se habla de alimentación emocional cuando se come, no por un hambre físico de estómago, sino por una emoción o un estado: “estoy triste, estoy estresada, estoy nervioso, estoy aburrida…”. En ese caso, no se come atendiendo a la necesidad física del hambre, sino como respuesta a un estado de ánimo que nos genera malestar, y donde buscamos el placer que nos proporciona el alimento como compensación al malestar.

¿Cuántas veces, al llegar a casa después de un mal día, se abre la nevera de forma automática sin prestar atención al hambre físico, sin tomar conciencia de lo que pide nuestro estómago ni de la emoción que acompaña al momento? El alimento elegido será con toda probabilidad, un alimento muy palatable en boca (muy azucarado, o graso o salado) que se comerá sin prestar atención, en modo automático y que sirve, de manera instantánea y efímera, de recompensa a esa emoción que ha desencadenado ese hambre emocional.

Qué factores psicológicos pueden influir en la alimentación

¿Qué factores psicológicos pueden influir en la alimentación?

Todas las emociones influyen en nuestra forma de comer: la tristeza, la sorpresa, el desprecio, el miedo, la ira, la alegría y el asco y cualquier trastorno emocional determina la forma en la que se elige y nos alimentamos. Algunos de los factores psicológicos que más influyen en la alimentación son:

  • El estrés: existe una relación directa entre el estrés y alimentación, ya que cuando estamos estresados, se tiende a elegir de forma automática y atendiendo más al hambre emocional que al hambre físico.
  • La obsesión por alimentos: en este caso hablamos de 2 extremos porque puede existir cierta adicción por alimentos ultraprocesados (con altas dosis de azúcares, harinas refinadas y grasas) pero también puede aparecer una obsesión por consumir solo alimentos etiquetados como “saludables”, con la prohibición y el miedo a consumir otro tipo de alimentos que se salgan de esa creencia de “solo puedo permitirme comer alimentos saludables”. Ambos casos, se pueden tratar con éxito desde la psiconutrición.
  • La depresión influye de manera inevitable en la alimentación, y es fundamental la terapia psicológica para poder mejorar el aprendizaje y los hábitos nutricionales saludable.
  • La autoestima: la forma en la que nos queremos afecta también en la forma en la que se come. Una autoestima dañada, influye de manera negativa en cómo se eligen los alimentos, al igual que una mala alimentación puede generar falta de autoestima por el sentimiento de culpa que en ocasiones aparece.
  • La culpa: con la culpa se entre en el bucle de la alimentación no saludable. Porque muchas personas, sienten culpa después de una mala elección en su alimentación, esta culpa genera un malestar que se puede querer compensar con hambre emocional, que volverá de nuevo a general culpa y comienza el bucle de comer emocional-culpa-comer emocional-culpa…

Por todo esto, es fundamental entender que muchas veces, para mejorar la alimentación, no bastará con trabajar desde la nutrición, siendo fundamental atender a las emociones y lo que vienen a contarnos. Y es aquí donde la psiconutrición nos ayuda a conseguir el equilibrio nutricional y psicológico.

Cómo se complementan la nutrición y la psicología

¿Qué importancia tiene el ámbito psíquico y social en la alimentación?

Para lograr el bienestar físico, emocional y nutricional, debemos atender a lo que hay en nuestro plato, pero también al espacio que lo rodea. Lo qué elegimos para comer será clave para nuestra salud, pero desde dónde lo elegimos también:  ¿lo hacemos desde la calma o es el estrés el que elije?, ¿lo hacemos desde la flexibilidad o sentimos culpa?, ¿elegimos para aprender o estamos obsesionándonos con los alimentos?

Especialistas en psicología y nutrición en Bilbao

En Hegan, trabajamos en equipo para ser especialistas en psicología de la obesidad y psiconutrición en Bilbao y te acompañamos desde la Nutrición saludable, prestando atención a las emociones en tu proceso de alimentarte de forma saludable. Porque sabemos que es muy importante prestar atención al vínculo que existe entre el psiquismo, los factores sociales, las emociones y la nutrición y trabajar tu salud y tu nutrición desde ese equilibrio es fundamental para un buen desarrollo nutricional y emocional.

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